domingo, 1 de mayo de 2011

Murió Ernesto Sabato, físico, escritor, pintor. Polifacético y polémico

   Decidí hacer realidad lo que había escrito en el título de este Blog esto de ´la perspectiva humana de quienes la hacen' y contar como me afecta lo que nos pasa cotidianamente. 
   Hoy cuando escuché lo de la muerte de Ernesto Sábato, varias ideas me revolotearon por la cabeza. Recuerdo haber  leído 'El túnel' entre clases de la escuela secundaria. Me quedó una frase que quizás ahora reinvente 'buscarla era como buscar una llave sin conocer la cerradura'. Luego vino mi pasión por la ciencia y mi búsqueda de referentes, mis pensamientos y discusiones de política científica.
Alli de nuevo Ernesto Sabato, su tesis con los Curies en Francia, su abandono de la ciencias. Su contar que su doctorado en Francia fue el fin de un camino, el camino de la obligación paterna de terminar a fondo lo que se había empezado, aún cuando las dudas de si era lo que se quería ya lo desvelaban. La imagen de un Sabato de día, con guardapolvo blanco y seriedad 'científica' y del artista nocturno,  en los bares del barrio latino de Paris junto con los surrealistas franceses. Su crítica despiada a la Ciencia  a su vuelta al país, su ruptura y su elección de la pobreza  a las comodidades desapasionadas, sin vocación. Su comparación (en 'Uno y el Universo')  de un frío logaritmo con el calor, hoy yo diría la calentura, de un poema de amor. Aquella frase machista que repetí como chiste para hombres y mujeres: 'Habrá siempre un hombre que el día que su casa se destruya estará preocupado por el mundo. Habrá siempre una mujer que el día que el mundo se destruya estará preocupada por su casa'
    Y luego su almuerzo con Videla en el 76, junto con Borges. Su participación en la CONADEP en el 83, su redacción del prologo del Nunca Más. Su endiosamiento por una  parte de la juventud. Recuerdo cuando visitó nuestra Facultad en los 90, el salón de actos repletos, los pasillos explotaban, lo miramos en las pantallas de afuera porque era imposible acercarse. Su discurso, quizás no colmó mis expectativas de entonces, pero seguramente en algunos momentos me emocionó, me afectó. Quería ser mostrado como el  intelectual humilde, el que levantaba valores humanistas en épocas de frivolidad, en tiempos de consumismo barato, del todo vale por una moneda.
    Y hace unos años leí 'Antes del Fin' Sabato parecía inmortal, pero dejaba su legado, sus enseñanzas y una parte de su moral.
     Nadie se hace más malo ni más bueno porque se muera. Tendemos a endiosar a nuestras figura cuando  se mueren. Sabato fue un intelectual de su época o mejor de sus épocas, de las que le tocó vivir. Con sus contradicciones, con sus pasiones, con sus  idas y sus vueltas. Con su humanismo y sus agachadas. Con sus ciencia, su literatura, su pintura. Con sus posiciones políticas. La de defensor de la dictadura, cuando mucha clase media lo hacia. La de defensor de los derechos humanos, cuando mucha clase media se espantaba de lo que decía no haber sabido.
     Estas son  unas pocas reflexiones en caliente, de como me tocó la muerte de Sabato. Reflexiones imprecisas, afectadas, subjetivas. Quizás las más valiosas, las que invito a hacer a los que me lean ante cada hecho que los movilice, los toque, los emocione. Los enoje o los alegre, los haga pensar. Sin esperar la investigación 'objetiva' de los hechos, la citas exactas, los pensamientos depurados. Esta es una escritura no científica de un científico que a veces se siente encorsetado por la ciencia y busca liberarse, dejar andar sus pasiones, sus sentimientos, sus emociones. O esta es la parte no científica de un científico, que crece, que explota, que se manifiesta. Por contradicción y por complementación. Pero más que nada por necesidad de expresión.

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