martes, 7 de agosto de 2012

La ideología de la enseñanza de las ciencias.

Éste artículo apareció en el portal CienciaNet, junto a un comentario de Diego Petrucci, Doctor en Didactica de las ciencias. http://ciencianet.com.ar/1214/la-ideologia-de-la-enseanza-de-las-ciencias

           Ingresé a la docencia universitaria en el año 1983. La recuperación reciente de la democracia trajo como consecuencia el ingreso irrestricto a la universidad. La apertura de las puertas de la universidad después de años de cupos y examen de ingreso, aumentó el número de ingresantes e hizo necesaria la incorporación de nuevos docentes.

         Yo terminaba mi carrera de Licenciatura en Física y me había propuesto presentarme a cuanto concurso docente se abriera con el objetivo de conseguir varios cargos que me permitieran acumular un salario. Por otro lado la docencia me apasionaba. Esa búsqueda de argumentos sencillos para transmitir ideas complejas. Esa necesidad de profundizar los conceptos, de separar lo esencial de lo superfluo para cada etapa del conocimiento. Hoy podría identificar una parte de las motivaciones que  condujeron mi trabajo de investigación posterior, como conectadas con esa búsqueda pedagógica. Pensando en cómo contar una idea, estudiando y haciendo pruebas mucho tiempo hasta encontrar palabras sencillas que me permitieran explicar una idea sin ropaje formal, buscando analogías, conectando distintas realidades, tratando de sacar a luz conexiones impensadas entre hechos aparentemente desconectados.  
         Recuerdo especialmente un concurso de los tantos a los que me presenté en esa época. Era para enseñar física básica a estudiantes de segundo año. En el sorteo previo de temas salió un problema relacionado a la estructura electrónica del átomo de Helio. El Helio es el segundo elemento de la tabla periódica después del Hidrogeno. Tiene dos electrones orbitando alrededor del núcleo.
         Después de cierto análisis y consultas con otros docentes, elegí una resolución sencilla del problema, basada en  argumentos de electrostática que los alumnos habían adquirido en ese mismo curso. De esa forma podía reducir el problema a uno efectivo del átomo de Hidrogeno que seguramente los alumnos conocían también. Me pareció lo más adecuado para el nivel al que iba dirigido. Por otra parte era la solución más simple que yo podía entender en el corto tiempo de preparación que tenía.
         Mis compañeros del concurso, o contrincantes si se quiere, prefirieron desarrollos más formales basados en la Mecánica Cuántica. De esa forma se acercaban a la explicación moderna y a los cálculos actuales de la estructura electrónica de los átomos.
         Al terminar el concurso el jurado alumno me hizo un comentario que en ese momento me sorprendió un poco. ‘Se notó una diferencia ideológica entre tu explicación y la de los otros’. ¿Qué cuestión ideológica podía diferenciarse en la explicación de un problema de física? Probablemente me pregunté en aquel momento.
         Con el tiempo comprendí, o por lo menos tuve mi propia interpretación de aquel mensaje. Una explicación muy compleja, por encima del nivel de quien escucha, puede generar frustración, puede también delinear una relación de poder del docente hacia el alumno. Podría también estar anticipando actitudes sobre cómo se producirá su inserción en el sistema científico o productivo. Quizás pueda también dificultar el desarrollo de un análisis crítico reemplazándolo por una idealización del discurso del docente, por el querer ser como él.
         Desde aquellos años iniciáticos en la docencia para mi, muchas veces me enfrenté a dilemas parecidos al que tuve al resolver aquel problema. Entre elegir una explicación simple pero muy alejada del nivel de abstracción que se requiere para la comprensión de los conceptos en juego. Dependiendo del nivel de formación de a quién iba dirigido el mensaje he intentado respuestas diversas. A veces apelando a lo intuitivo. Muchas otras, como mis compañeros de concurso de aquel entonces, tratando de llevar a los alumnos a ideas más actuales. Fluctuando entre lo claro y lo obscuro. Entre lo fácilmente comprensible y lo que requiere de un estudio más profundo.
         Sin embargo desde aquella respuesta autocomplaciente sobre el rol de la ideología en el proceso de enseñanza-aprendizaje me he replanteado varias veces el problema y hoy creo que la respuesta podría necesitar de un abordaje más global.
         El proceso de enseñanza-aprendizaje requiere de un compromiso activo tanto de docentes como alumnos. Aunque la presentación del docente su formato, su lenguaje, su actitud juega un rol importante, lo que configura el eje de la cuestión ideología es el canal de comunicación que se establece. Si la educación se plantea en un solo sentido como que el docente debe explicar, clarificar, conducir al alumno al conocimiento, mientras este mantiene una actitud pasiva, desde el lugar del no-saber, difícilmente se generará un espacio conjunto de enseñanza-aprendizaje. El conocimiento no circulará sino que se ‘transferirá’. El marco ideológico para una relación de poder estática se estará comenzando a configurar.
Si en cambio, se genera un compromiso activo tanto de docentes como de alumnos para convertir una clase de ciencias en un espacio de discusión de problemas, de planteo de dudas de ambas partes sin ocultar las dificultades del tema a tratar en pos de una claridad a veces ficticia. Si el docente asume un rol de coordinador y facilitador de este espacio de discusión y los alumnos se comprometen a asumir un rol activo sin sentirse inhibidos por su aparente ignorancia pero asumiendo ambos la responsabilidad de generar espacios reflexivos que no se agoten en la solución de un problema con una receta conocida. Quizás si estos presupuestos se dan, la clase se convertirá en un laboratorio de iniciación a la investigación científica en un sentido creativo. Se comenzaran a generar aptitudes de pensamiento más libres, se pensará al conocimiento en todos sus aspectos como en permanente evolución y siempre posible de recrear.   
           

                      

1 comentario:

  1. Esta muy bueno lo que planteas, sobre todo teniendo en cuenta que la licenciatura en fìsica es una carrera que en su mayoria forma futuros investigadores. Si las clases se estancan en estudiar modelos conocidos, la parte del aprendizaje de la investigacion queda para luego de recibirse.
    Saludos.

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